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Una noche para no olvidar | Revista Noise Armada

(Fotografías: Alejo Grisales)

Lo que pasó la noche del 5 de octubre de 2019 en el Teatro Pablo Tobón Uribe será algo para nunca olvidar.

 

Por estos tiempos es complejo que una agrupación, sin importar el género, venda toda la boletería de su show en tan poco tiempo y que esto lleve a realizar una segunda función también con sold out. Quizá sean de los pocos que en el futuro contarán la historia de cómo fue llenar dos veces en una misma noche uno de los teatros más emblemáticos de la ciudad con un concierto muy diferente a los que ya estamos acostumbrados.


Alcolirykoz y la Sinfónica de Antioquia se dieron a la tarea de realizar, cada uno desde lo que mejor sabe, un show único, una puesta en escena que hiciera vibrar y emocionar los corazones, de rasgar gargantas, mover rodillas, poner manos en el aire y toda aquella sensación que solo la música puede dar. Los oriundos de Aranjuez y los juveniles de la sinfónica fueron el dúo perfecto para una noche que se quedará en la mente de todos los que llenaron el Pablo Tobón. Todos aquellos que a través de sus móviles grabaron todos esos momentos para posteridad, los que fotografiaron, los que dedicaron canciones, al igual que los que simplemente se dejaron llevar por la instrumentación, los beats y las líricas.


Aquella frase de "Ahora nos escuchan hasta metaleros y punkeros" ("Házmelo Rap", Servicios AmbulatorioZ) la noche del 5 de octubre si que tomó fuerza, allí literalmente esa frase cobró vida uniendo en un solo espacio a conocidos, amigos, familiares y hasta aquel que por primera vez iba a ver a los ninjaz y nada más y nada menos que en formato sinfónico. Era un hecho sin precedentes, algo que quizá no se repita en mucho tiempo y menos de la forma en la que los hijos de luz lo consiguieron.

Y es que eso se debe a años y años dando lidia, como decimos coloquialmente, a tocar puertas, verte como unas se cerraban y otras se abrían, a mostrar un formato distinto al que ya estábamos acostumbrados y nada sorprendía. Eso se debe al camello que cada uno, Gambeta, Kaztro y Fa-Zeta en compañía de Tito y Bayron, le han puesto a ese proyecto que por allá a finales de los 90 pocos, casi que contados con los dedos, daban un peso por ellos. Se debe a que a pesar de que la moda sea esto o lo otro ellos siguen y seguirán firmes haciendo lo que les gustan y no lo que les quieran imponer. Se debe al esfuerzo de querer contar por medio de canciones la dura realidad que vivimos hace años, a hacerle frente a las cosas a base de ironías y sarcasmos, a no sentirnos menos cuando nos digan "Vos si sos montañero", a las veces que sea necesario gritarle al mundo que la música independiente no necesita venderse por un premio, un contrato, un patrocinio y cambiar su identidad.

A la sinfónica, a su directora y al maestro que los acompañó en tarima, las más sinceras felicitaciones, el mayor respeto y admiración, que gran honor saber que Medellín cuenta con jóvenes tan talentosos que como muchos decimos "se pararon en la raya" y no se dejaron intimidar por ese montón de neas que estuvieron presentes y dieron con sus melodías el toque preciso y perfecto para que sonora impecable no solo en una sino en dos funciones en la misma noche.

Como dice aquella frase que entre neas se escucha: "Estos manes dejaron la vara muy alta". Esperamos que haya AZ para rato, o como mejor lo dicen ellos: "¡Alcolirykoz pa' mucho hijueputa rato!"

Dato: En "Alcolirykoz Sinfónico, la calle y la carrera", dieron a conocer una nueva canción, por título lleva "Cambio. Fuera" y esperamos que la den a conocer antes de que acabe este año.

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