PARA LINKIN PARK Y MI ADOLESCENCIA
Como si hubiera sido alguien de mi familia, apenas tengo el aliento de escribir sobre esto. Una pérdida, un duelo, un agradecimiento. Aquí un tributo a Chester y a mí como rockera.

Los momentos de mi vida puedo clasificarlos en un playlist de más o menos 50 artistas y una infinidad de canciones. Linkin Park es una de las bandas que más canciones tendría en ese playlist.
El día que renegué del rock porque estaba muy pequeña para entender que Marilyn Manson no era el anticristo, apareció Linkin Park. Pasó en un día de escuela cuando una compañerita puso una canción que al instante me pareció una gritería incómoda. Mis demás amiguitas empezaron a mirar feo, agobiadas por el sonido, yo, sin embargo, me quedé callada, me sumé al fastidio, pero después de un rato de escuchar la canción sentí algo así como un puño en la cara.
Mientras mis amiguitas seguían hablando pestes de la compañerita rara de la canción, yo no lograba salir de la anestesia propia de un balonazo. En una pasada por el pupitre de la muchacha le pregunté quién cantaba esa canción y me dijo que Linkin Park. Recuerdo el nombre y algo más: que al hermano de ella le gustaba mucho. Yo, con la cabeza un ocho, regresé a casa, investigué más y de esa búsqueda me quedaron varias cosas, todas importantes: Radioaktiva, MTV, la certeza de que Marilyn Manson no tenía patas de chivo, la impresión de que la compañerita rara era muy cool y la convicción de que yo era rockera.
Me gustó Linkin Park así como antes me gustaba Xuxa. Aprendí con ellos a ser adolescente y descubrí un par de rasgos imborrables en mí: los músicos y los tatuajes son y serán mi perdición.
Hace ya meses que Chester decidió tomar una decisión que nunca entenderé. Como si fuera alguien de mi familia me dolió mucho que uno de mis ídolos no hubiera podido seguir evadiendo un camino que había aprendido a esquivar gracias a su música. Da mucha lástima que precisamente haya sido él.
Linkin Park es de las pocas bandas de juventud que había podido mantenerse a pesar del cambio de era; ellos y su música se han transformado con el pasar y gracias a los años. Así como hemos crecido, ellos también lo han hecho: dejaron los gritos de adolescentes e integraron electrónica a sus canciones, nunca perdieron vigencia y a esos 21 años de carrera le faltaban unos 20 más.
Es duro cuando algo tan cercano a uno se acaba. Sí, es un alivio que siempre nos quede la música, pero es verdaderamente trágico que no vaya a seguir existiendo un hito rockero que le dé patadas a las bandas que piensan que con radicalismos van a mantenerse. Ellos nunca dejaron de ser Linkin Park, nunca dejaron el rock, pero fueron lo que somos los rockeros noventeros, una mescolanza de canciones, ritmos, pensamientos, modas, que no nos hacen de una u otra subcultura porque ante todo seguimos siendo rockeros.
A Linkin Park gracias, a Chester un gran suspiro de amor adolescente y una venia porque ha sido el único capaz de hacer el pop más rockero de todos.
¡Salud!